La afición armera ha estado por encima de todo, volvió a demostrar ayer su grandeza, su comunión con el equipo, su espíritu abnegado. Cuando el colegiado canario Pulido Santa pitó el final del partido, de la prórroga, que no era otra cosa que la despedida del ascenso a Primera, la reacción de Ipurua entre lágrimas fue vitorear a sus jugador
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