Nunca hay que tirar la toalla

Por muy oscuro que se vea el panorama, el Eibar demostró que nunca hay que tirar la toalla. Aplicando la misma lección que se trajo grabada a fuego tras perder en el 95 en Cartagonova, el cuadro azulgrana tiró de una fe inquebrantable para firmar una angustiosa remontada que evitó que el Huesca le infligiera la primera derrota que se mascó en Ipurua hasta que los últimos minutos acabaron convirtiéndose en la tumba de los oscenses.

Eso sí, además del tesón y la insistencia que pusieron en una segunda mitad que tuvo que afrontar a remolque después de que el Huesca se marchara al descanso con ventaja, el equipo azulgrana también necesitó de la inestimable colaboración del central Rubén Pulido, al que primero señalaron el penalti que Bautista forzó para que Corpas estableciera el empate desde los 11 metros, y que después anotó el tanto del triunfo armero al peinar hacia su portería un córner botado por Vadillo.

La escuadra eibarresa abrazó plena de sufrimiento un triunfo que pone fin a una dinámica negativa que le había llevado a enlazar tres jornadas consecutivas sin ganar, y que le catapulta a la quinta plaza de la tabla con 30 puntos, a solo uno del Cartagena y del Burgos, al que antes de recibir a los armeros le queda por solventar su visita de hoy a una Ponferradina muy necesitada, y a cuatro de los dos primeros clasificados.

Fallar de nuevo en Ipurua habría sido una losa demasiado pesada y la exigencia que se respira en la categoría se dejó sentir hasta en la lista de convocados de Garitano. Y es que por si la propia clasificación en sí no añadía presión suficiente, con el equipo azulgrana encarando el choque relegado a la octava plaza, el técnico armero se encontró con que solo le quedaban 19 jugadores para conformar su lista. Porque a las ya conocidas ausencias seguras de Venancio, Aketxe y Quique, se unieron a última hora de manera inesperada Blanco-Leschuk y Correa. Todo ello precisamente en una semana de tres partidos.

Pero eso no fue todo, puesto que el plan defensivo ideado por el vizcaíno, en el que incluyó de inicio a Chema Rodríguez y Ríos Reina, se vio comprometido después de que tanto el central de Caudete, como Juan Berrocal fueran amonestados antes de los primeros cinco minutos de juego.

Y aún así, el Eibar tomó la iniciativa y en su primera llegada a los cuatro minutos, Stoichkov dispuso de una ocasión inigualable con la que seguro el gaditano tendrá pesadillas, porque cuesta entender cómo pudo mandar por encima del larguero un centro de Tejero que le dejó en balón en boca de gol listo para que el delantero le pusiera el lacito.

Y claro, cuando se perdona una oportunidad tan flagrante, o cuando tentativas como las que protagonizó Ríos Reina tanto desde el banderín de córner como desde la perpendicular del área se niegan a entrar, suele anticipar una cara factura a pagar.

Todo un tópico que se cumplió pasada la media hora de juego, cuando Soko, el rápido extremo del Huesca que ya había demostrado lo inspirado que estaba con un cabezazo que atajó Zidane, coló en el área un pase entre líneas que Escriche tocó lo justo para superar la salida del meta azulgrana.

Gracias a los hombres de refresco que el de Derio introdujo tras el descanso, el Eibar recobró la fe y la fuerza para atacar por tierra, mar y aire, aunque tuvo que esperar hasta el 81 para que el VAR, su gran enemigo en las últimas citas, le concediera un penalti que no debió ofrecer tanta discusión, porque el remate de Bautista desde el interior del área pegó claramente en el brazo extendido de Rubén Pulido.

Pero el equipo eibarrés no se conformó con empate rubricado por Corpas, autor también del pase al donostiarra, y su insistencia tuvo el premio buscado más allá del minuto 90, cuando el mismo central oscense que cometió el penalti peinó hacia su portería un córner botado por Vadillo.

El Eibar recibe en Ipurua al Huesca con la obligación de sacar un buen resultado para volver a estar en la zona noble de la clasificación.