
No se puede empezar peor
Descalabro. El Eibar protagoniza un traumático estreno que le convierte en el primer colista de la competición en el debut de Joseba Etxeberria como nuevo técnico azulgrana
Habrá que aferrarse con fuerza a la célebre frase que dice que lo importante no es cómo se empieza sino cómo se acaba, porque ... el estreno oficial de Joseba Etxeberria como entrenador del Eibar no pudo tener un desenlace más descorazonador. Y no solo porque la sonrojante goleada le condena a ser el primer colista del campeonato, sino porque el equipo armero no desprendió ninguna de las buenas sensaciones que había dejado en los escasos cinco amistosos disputados en pretemporada.
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Todo lo que pudo salir mal salió peor para el elgoibarrés, que lejos de poder desplegar el juego ofensivo que prometió a su llegada, se tuvo que resignar a ver cómo los suyos se derrumbaron como un castillo de naipes en cuanto el primer rival en su tercera y definitiva tentativa por subir perforó su portería por primera vez mediada la primera mitad.
Resulta complejo explicar el descalabro sufrido tras el golazo que Iñigo Vicente anotó de libre directo tras una falta evitable cometida por Arbilla, ya que hasta ese momento los que este sábado estrenaron la tercera indumentaria de color rosa Barbie habían protagonizado un inicio de lo más impetuoso, en el que Quique mandó fuera un balón que Yanis le puso en bandeja en el primer minuto, y poco después Berrocal marcó un gol que se le anuló por un presunto fuera de juego.
Del gol anulado al desastre
Quizás fue ese afán de empezar con el mejor pie posible el que provocó que la gran distancia que se percibió entre las líneas dibujadas por el nuevo técnico armero generara todo un boquete en la medular que dejó desguarnecidos tanto a Matheus como a Unai Vencedor, titular junto al también debutante Soriano.
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Y fue precisamente esa gran desconexión entre los pivotes la que, a la postre, provocó que Arbilla llegara tarde para intentar frenar una internada de Ekain hasta la cocina y otorgó a Iñigo Vicente la posibilidad de lucirse con un zapatazo que se llevó por delante la escuadra derecha de la portería cubierta por Zidane.
Se volvía a repetir la misma historia de la pasada campaña, cuando los más de 1.200 eibarreses que protagonizaron el mayor desplazamiento de los últimos años vieron cómo su equipo se dejaba gran parte de sus opciones de ascenso por culpa de un gol del mismo delantero vasco del Rácing. Lo que no se esperaban en absoluto los más de 200 hinchas armeros que viajaron a El Sardinero con ánimos renovadas tras la llegada de Etxeberria fue ver cómo apenas dos minutos después, su propio equipo cercenaba esa ilusión al regalar el segundo tanto tras una pérdida de balón que Aldasoro acabó metiendo en la portería azulgrana con la involuntaria colaboración de Venancio.
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Pero es que el cúmulo de despropósitos no acabó ahí. Sin soluciones de urgencia ni capacidad alguna para reaccionar, el equipo local se alió con su público para disfrutar de una fiesta que alcanzó su colofón cuando el árbitro señaló un penalti de Berrocal sobre el donostiarra Marco Sangalli, aunque en la repetición se pudo ver que el central tocó primero el balón que Mantilla envió al exrealista tras hacerle un caño a Arbilla.
De poco sirvió que el preparador del Eibar diera entrada a Sergio e hiciera debutar a Cristian para ocupar el puesto de los dos jugadores que más habían errado en la primera mitad, porque, pese a que Soriano pudo haber reducido distancias a los pocos minutos de la reanudación, el que marcó fue de nuevo el Rácing, que redondeó su goleada por medio del exarmero Lago Junior.
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