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El Eibar es un líder atípico, porque no es ni el aspirante que más partidos ha ganado, ni el que menos ha perdido, y además de ser el que más tantos ha recibido (30) figura también como el segundo que menos goles ha anotado (40) hasta la fecha. Y, pese a que en las últimas cuatro jornadas solo ha sido capaz de sumar tres de los doce puntos que se han repartido, la clasificación indica que sigue siendo el más regular.
Pero dado que el margen de maniobra se estrecha, el Eibar está obligado a dar un giro de 180 grados a su dinámica. De ahí que retornar a la senda del triunfo mañana en Ipurua (21 horas) ante el Zaragoza se antoje algo más que necesario. Y pese a la trascendencia que Gaizka Garitano concede a dejar su portería a cero, algo que solo ha ocurrido en uno de los cuatro últimos compromisos, el verdadero problema que debe solucionar el técnico armero es el de reactivar la producción ofensiva.
El de Derio se plantea sacar partido al ímpetu que mostró Quique González tras salir como revulsivo en Albacete. Él se presenta como el único cambio factible en ese puesto ante la misteriosa desaparición de un Blanco-Leschuk, así como de la escasa confianza que ha sabido ganarse Juan Carlos Arana.
Pero para que haya remates tiene que haber centros al área, y ante la reciente escasez en ese sentido, las plazas de Yanis y Corpas también corren peligro.
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