La SD Eibar y toda la afición azulgrana está de luto por fallecimiento, hace pocos días, a la edad de 81 años, del delantero centro armero en Segunda en la temporada 57/58 Andoni Mugica. Eibarrés, amante de los colores del club armero y gran seguidor, Mugica fue un ariete fino, se caracterizó por tener un dominio extraordinario del juego aéreo, fue un jugador alto y potente. No obstante, uno de sus mayores valores fue el entusiasmo que mostraba ante todas las cuestiones relacionadas con el Eibar.
Vivía el Eibar como el que más. Y su amor tenía tal dimensión que a todo el que le rodeaba terminaba por contagiarle su amor al Eibar. Andoni, Antonio Corral, José Luis Cortaberrria fueron tres grandes señores que nos enseñaron a querer al equipo de Ipurua. Para ellos, el Eibar era algo grande, lo máximo.
Su empuje ilusionador fue como un aspecto educativo que trasmitió a su familia y también a sus amistades. Le conocí muy chaval, con su afable sonrisa y sus ojos llenos de vida. Los lunes, cuando me encontraba con él, era muy bonito hacer un repaso al partido. Siempre existía un matiz o crítica que nunca pasaba desapercibido a los ojos de Andoni. Sólo con hablarle de algo relacionado con el Eibar mostraba una comprensión hacía el club que nunca le hizo desmayar, ni ante cualquier derrota o injusticia arbitral. Era un contagiador de la esencia armera.
«Siempre adelante»
Siempre miraba hacia adelante, con ilusión y con la perspectiva que siempre iban a llegar tiempos mejores, pese la dureza del descenso a Regional. Y sí que vinieron.
Contaba una anécdota sobre la consecución del Campeonato de España de Aficionados, obtenida en el segundo partido, en 1957, al ganar la SD Eibar al Sevilla Amateur, 3-0, en Madrid. En el primer partido habían quedado empate y toda la plantilla tenía que dormir en Madrid, para disputar el segundo encuentro. Así lo hicieron, en un hotel muy pequeño, bajo el mando del entrenador, Antonio Corral. «Eran tan pequeñas las habitaciones que sólo había una cama y un sofá. Lo curioso del caso es que Corral nos distribuyó en las habitaciones ordenando los nombres de los que dormían en cama y los que lo hacían en sofá. Todos estábamos tan apretados que después en la alineación nos dimos cuenta de que los titulares habían dormido en la cama y los suplentes pasaron la noche en sofá. Pese a ello ganamos 3-0 y volvímos cansadísimos a Eibar», solía comentar Andoni Mugica.
Los días grandes
Más tarde, con el surgimiento de la peña La Bombera era el máximo apoyo con el que siempre se contaba. Andoni era el gran animador de todo lo que supusiera de apoyo al Eibar, en aquellos play-offs de Tercera o a Segunda B. Siempre interesado en los viajes que se organizaban, se apuntó a los tres aviones de la compañía Canafrica que salieron de Sondika con destino a Mallorca. Sus responsables ni se creían que un club de Segunda B fuera capaz de organizar aquella expedición a Sa Pobla (Mallorca), para presenciar un encuentro de fútbol.
Cuando entramos en el avión Mugica comentó que «este avión no puede volar». Y sí que voló, el comandante del avión nos invitó a entrar en la cabina preguntándonos sobre cuáles eran los motivos de tanto apoyo a un club tan pequeño. Andoni le explicó que «tenemos más ilusión y fuerza que este avión y con el Eibar vamos a subir hasta el cielo». Y sí que subimos. Así que volví a encontrarme con Andoni y con su familia en el Numancia-Eibar, con el club de Ipurua en Primera división. Era todo alegría y satisfacción.
El ascenso
Festejamos mucho aquel momento único y recordábamos de dónde veníamos, cuando nos conocímos con el Eibar en Regional, y la necesidad de que siguera el club manteniéndose por los mismos derroteros. Aquel día en Soria me di cuenta que era el único de los exjugadores de épocas muy lejanas que pudo vivir el ascenso del Eibar a Primera División en aquella ciudad castellana. Su sonrisa irradiaba en su máxima expresión.
Más tarde fue cuando le vi llorar de verdad, de emoción, en la comida del 75 aniversario de la SD Eibar. Allí, en el frontón Astelena, pude oirle la verdad del Eibar. «Subimos a Primera con un poco de suerte, pero con mucho trabajo por detrás». Ese camino que siempre trazaste fue el que siempre me maravilló de ti. El de la ilusión y amor a unos colores, el de la bondad, el de la perseverancia, el de la positividad, siempre exenta de la crítica negativa hacia unas personas que lo hacían en plan altruísta, sin ningún interés, el del disfrute al lado de tu familia. No sólo a los más cercanos inculcaste el amor al Eibar, sino a todos los que gratamente te pudimos conocer. Hasta siempre Andoni.