Diario Vasco

sd eibar

Takashi Inui, disciplina nipona bajo una sonrisa

Takashi Inui sonríe cuando la camarera de la cafetería Merkato, donde desayuna a diario en Eibar, le deja en la mesa un par de cruasanes.
Takashi Inui sonríe cuando la camarera de la cafetería Merkato, donde desayuna a diario en Eibar, le deja en la mesa un par de cruasanes. / MORQUECHO
  • El primer japonés de la historia del Eibar mantiene su deseo de triunfar en el club armero, al que se dedica en cuerpo y alma

  • Inui sigue sin soltarse la melena en su segunda temporada como jugador del Eibar

A estas alturas de la película, todo aquel que siga un poco la actualidad del Eibar sabe ya que Takashi Inui es japonés de los pies a la cabeza. Es muy trabajador, cumplidor y muy disciplinado, demasiado en opinión de su entrenador, que en ocasiones desearía que fuera más Banzai, el término que los nipones utilizaron para referirse a la táctica de ataque suicida que utilizaron en la Segunda Guerra Mundial. «Es demasiado obediente. Si le dices dispara, dispara. Si le dices centra, centra. A veces me gustaría que me hiciera menos caso y se atreviera a hacer más cosas», declaró recientemente José Luis Mendilibar. No está muy convencido de que le entienda del todo, pero él mismo se encargó de que el club prescindiera del traductor que siempre le acompañaba, porque «se acomodó y no se relacionaba con nadie más». Eso no borró la permanente sonrisa de Taka.

Su filosofía de vida es rígida, plagada de costumbres, centrada casi exclusivamente en el Eibar. Se levanta, se asea, se viste y baja a desayunar a la panadería-cafetería situada justo debajo de su portal. Café con leche y cruasán para llevar. Lo de siempre. Tiene infinidad de opciones, pero elige siempre la misma. «Ya se va lanzando a pedirlo», todo un triunfo dada su cohibida personalidad. «Ahora nos pide lo que quiere, siempre sonriendo. Antes, con un gesto que indicaba lo de siempre, se hacía entender, pero es muy majo y educado», declara la camarera del Merkato.

No quiere complicaciones. Prefiere vivir en Eibar porque aquí está tranquilo, sin agobios. Los eibarreses saben cómo es y le respetan. «Me saludan y me dan ánimos, pero me dejan tranquilo», afirma para dejar claro que aquí no le avasallan.

Está cerquita de su lugar de trabajo. Al contrario que muchos de sus compañeros, que residen en Bilbao, no se le pasa por la cabeza vivir en otro sitio que no sea Eibar. «¿Bilbao?, está a más de una hora de Atxabalpe, muy lejos», dice mientras mueve la cabeza negando que eso sea para él. Y eso que viene de Osaka, la tercera ciudad más grande de Japón, donde residen más de 18 millones de habitantes.

Además de disciplinado hasta la médula, también es muy puntual. Quedamos el miércoles a las cuatro de la tarde en Unzaga, justo el día en el que la lluvia volvió a Eibar. Apareció en punto con una chamarra gorda y la capucha puesta. No le gusta nada la lluvia. Ni el frío. «¡Pues menos mal que ha hecho un invierno caribeño!», comenté en alto. Cerró los ojos y soltó una carcajada mientras movía la cabeza. Enseguida se ve que ese es el gesto indicativo de que no ha entendido casi nada. Lo repitió de manera constante durante la hora que pasamos juntos, pero como no pierde la sonrisa, no resulta incómodo. Como en el campo, intenta comprender lo que se le dice, aunque como le ocurre en el césped, no siempre lo consigue.

Sueña con marcar

Todavía tiene grabada en su memoria la cara de Sirigu, el portero de Osasuna que le privó de estrenar su cuenta goleadora esta temporada, algo que se está convirtiendo casi en una obsesión para él. «Acabó el partido verdaderamente frustrado», asevera el periodista Shin Toyofuku, corresponsal en España del diario 'Hochi Shimbun', que habla con él al término de cada partido. «Está un poco preocupado porque no marca y en ese partido que tuvo tantas ocasiones, acabó desesperado. Los japoneses solemos llevar al extremo la responsabilidad de no fallar».

Pero insiste en que Inui es feliz aquí. «Aunque al principio de temporada le tocó esperar su oportunidad porque Mendilibar se decantó por Bebé, él siguió trabajando y está agradecido por la gran confianza que le da Mendilibar. Se lo quiere agradecer con goles, pero esta temporada se le están resistiendo», explica este periodista nipón que se ha convertido en un habitual de Ipurua desde que el Eibar contrató al futbolista japonés.

Es de los que mejor le conoce, aunque solo en su faceta de futbolista, ya que por lo demás asegura que es un chico muy reservado. Va del trabajo a su casa y de su casa al trabajo. Al margen de alguna cena que otra con Atsu, el que fue su traductor la pasada temporada, su tiempo libre lo gasta en casa, leyendo cómics Manga, viendo las noticias y la televisión japonesa a través de internet y conectándose al Skype cada vez que la diferencia horaria le permite hablar con su mujer y su hijo Koki, de seis años, que residen en Osaka, a 11.000 kilómetros de la localidad armera.

Está emocionado porque después de muchos meses de solitaria espera, su familia viene a visitarle. «Solo para diez días», lamenta, dejando ver lo duro que es para él vivir solo, en una ciudad donde sigue sin conocer a casi nadie, y con su mujer y su único hijo en la otra punta del mundo. «Les echo mucho de menos», confiesa.

Cuando tienen tres días de fiesta, sus compañeros vuelan para ver a los suyos. Él, a lo sumo, llama a Atsu y quedan para cenar, como este fin de semana sin Liga, aunque alguna vez sí que ha visitado a Daisuke Uche, el japonés que juega en el Nástic de Tarragona. «Era peor en Alemania», apunta el extremo armero. «Allí hacía mucho frío», resalta, y deja entrever que era aún más complicado establecer relaciones. «El fútbol de aquí es más bonito, más inteligente».

En los desplazamientos comparte habitación con Christian Rivera, el benjamín de la plantilla, con el que dice tener una buena relación. A saber cuántas veces cierra los ojos y se ríe cada vez que el gijonés le cuenta algo. Pero si algo le gusta es el ambiente del vestuario. Las risas, las bromas -no entiende lo que significa esa palabra- le encantan, aunque sean a su costa. A falta de su familia, sus compañeros son lo más cercano que tiene, aunque reconoce que rara vez sale con alguno de ellos porque su pasatiempo favorito es estar en casa, conectado a internet. Es su salvación.

«Aún con el problema del idioma, se lleva estupendamente con todos los del equipo», indica Iñaki Duque, responsable de prensa del Eibar, que relata que «hace unos meses se trajo un par de cocineros japoneses e invitó a toda la plantilla a comer en el txoko», comenta. Comer sí, porque lo que es cocinar, nada. «Yo no cocino», apunta Inui, como siempre con la sonrisa que esconde su timidez.

Su dieta diaria es la misma que la de sus compañeros de equipo, equilibrada y cuidada por la dietista del club, pero en casa no come otra cosa que no sea comida japonesa. Le visita un par de veces por semana el cocinero japonés que trabaja en el restaurante Mendogoikoa de Axpe y le prepara manjares de su gusto. Lo del sushi no le va tanto como las sopas o carnes al estilo teriyaki. Eso sí, no desdeña una buena chuleta y le encanta la paella, aunque en esto no resulte muy innovador. Y, cómo no, también tira de comida rápida, ya que los que se han encontrado con él en el supermercado que está a pocos metros de su casa cuentan que le gustan los 'Yatecomo'.

Admira a Oyarzabal

Aunque en su país el béisbol es un deporte que cuenta con muchos más adeptos que el fútbol, él no cambia el balón por nada. Y es curioso, porque a cualquier jugador extranjero que se le pregunte por algún equipo que no sea el suyo, probablemente se declararía admirador del Barcelona o el Real Madrid, como la gran mayoría. Hasta para eso es diferente Takashi Inui, al que le encanta la Real Sociedad. «Me gusta lo bien que están jugando esta temporada». Y si tiene que quedarse con algún jugador al margen de los que comparte vestuario, elegiría al mexicano Carlos Vela y al eibarrés Mikel Oyarzabal. «Es muy joven, pero es un jugador muy completo». Inui tiene un año más de contrato y espera cumplirlo, aunque eso suponga que tenga que estar un año más lejos, muy lejos de su familia.

Recibe nuestras newsletters en tu email

Apúntate