El Real Madrid se ha cuidado muy mucho de que ninguno de sus jugadores saliera a la palestra para asegurar que el Eibar se convertirá en la víctima propiciatoria que pague los platos rotos de la crisis que acecha al cuadro merengue. Aún recuerdan y escuece que la escuadra eibarresa se fuera del Santiago Bernabéu sin pagar la cuenta que Danilo prometió que abonarían los armeros, precisamente cuando venían de una situación similar a la que viven los de Zinedine Zidane.
Cuando se presentaron en el coliseo blanco, los de Mendilibar acababan de doblegar con solvencia a la Real en Ipurua (2-0) y tenían 10 puntos de 18 posibles en su casillero. Allí les esperaba un rival enrabietado que había sido incapaz de pasar del empate en casa ante el Villarreal (1-1), que tampoco había podido con el Las Palmas en el estadio Gran Canaria (2-2) y que, para colmo, cedió el liderato de la fase de grupos de la Champions tras permitir que el Borussia le empatara en los últimos minutos en Dortmund (2-2). Pero su rabia y su orgullo no le dieron para superar a un Eibar que, vestido también de amarillo, le sacó los colores ante una afición merengue que no daba crédito a que un equipo con solo 43 millones de presupuesto se llevara un buen botín (1-1) frente a los 631 que gestiona Florentino Pérez.
El mal momento de los madridistas es aún más punzante en la actualidad, ya que pese a salvar in extremis un punto ante su público frente al Las Palmas (3-3), tras ir perdiendo por 1-3 a falta de diez minutos para el final, se han tenido que resignar a ceder el liderato a su más acérrimo rival.
Nadie se ha atrevido a menospreciar de nuevo al Eibar, porque saben que de lo que son capaces los armeros y más ahora que atraviesan el mejor momento de juego y resultados. Y es que desde que arrancó la segunda vuelta de la competición, los azulgranas se han apuntado cuatro victorias, todas ellas abultadas ante el Deportivo (3-1), Valencia (0-4), Granada (4-0) y Málaga (3-0), además del reciente empate conquistado el martes en Anoeta (2-2) en el último suspiro, en un partido condicionado por unas decisiones arbitrales más que discutibles. Pero es que hasta en el único partido que ha perdido, en estas seis últimas jornadas, en el feudo del Sevilla (2-0), las sensaciones que desprendió el equipo eibarrés fueron muy positivas.
En racha goleadora
Durante prácticamente toda la campaña, el Eibar se ha mostrado como un conjunto muy creativo en ataque, con una gran capacidad para generar ocasiones de peligro. Pero está atravesando una fase tan dulce que incluso aun sin crear excesivas opciones resuelve buena parte de sus compromisos a base de goleadas.
Sergi Enrich, situado en el top cinco de los goleadores con 10 tantos, Pedro León, con ocho dianas que siempre han servido para puntuar, y Adrián González, que ha marcado seis goles en los últimos siete partidos, convierten en oro todo lo que tocan y sueñan con extender su racha anotadora también frente al Real Madrid.
Allí en Chamartín, no se reconocen ni a ellos mismos y señalan a los árbitros para justificar unos números que no se corresponden con un plantel de talla mundial. Los siete goles recibidos en las tres últimas citas ligueras han abierto una herida que ya viene de lejos, puesto que Keylor Navas, uno de los grandes señalados en el Bernabéu, ha recibido ya 31 goles en los 25 partidos disputados, los mismos que en toda la campaña pasada, en la que actuó en 45 citas.
También se han cargado las tintas sobre Gareth Bale, que en un ataque de locura transitoria se autoexpulsó ante los canarios y, por lo tanto, causará baja en Ipurua. Tampoco estará Álvaro Morata, que vio su quinta amarilla. Bajas sensibles, al igual que lo será para el Eibar la ausencia del sancionado Lejeune.
